Residencia Abuelo Pepe: un camino junto a los adultos mayores
Un lugar en el cual adultos mayores consideran su hogar, donde están contenidos y bajo el cuidado de la calidez humana
VIEDMA
Se trata de un lugar en el cual adultos mayores
hacen de éste su hogar, aquel que los tiene contenidos y bajo el cuidado de la
calidez humana de un grupo de personas junto con la atención y colaboración de
la comunidad.
Lidia
Sicardi
Fotos: Miguel Basterra
Esta semana me acerqué a “La Residencia Abuelo Pepe”, para adultos mayores ubicada en el barrio San Martín, de Viedma, para verificar la información acerca del cobro de una cuota solidaria.
Claro, esto no es novedoso, ya que la Cooperadora de la institución lleva ya su
campaña número 22.
En estos tiempos donde existe la falta de respeto hacia el prójimo, y hago
referencia específicamente a los llamados “cuentos del tío” sobre todo hacia
personas mayores, también existe la desconfianza ante cobradores de dichos
aportes que podrían no ser los autorizados, llegando así a caer en una estafa.
Gratamente me informaron que la persona que concurría no solo a mi hogar sino a
los de vecinos era quien tiene el cargo y la responsabilidad del cobro, estando
avalado por la Cooperadora de la Residencia de Larga Estadía “Abuelo Pepe”, el
señor Miguel Rípoda, quien mes a mes recorre incansablemente la ciudad pasando
por las viviendas de los socios protectores que año a año colaboran
solidariamente.
Me recibió personal administrativo y la directora de la institución Natalia
Sulmonetti, quien comparte la tarea con Fredy Vélez.
La Residencia Abuelo Pepe depende del Ministerio de Desarrollo Social,
Secretaría de Adultos Mayores de la provincia de Río Negro.
Viviana Pereyra, subsecretaria de Adultos Mayores, en comunicación telefónica
con Noticias, accedió a que podamos concertar una visita a la residencia: “Me
parece bueno que se dé a conocer la tarea que se desarrolla, los chicos (por
sus directores) son cuidadosos”, haciendo alusión a la intimidad de los
residentes y el personal que allí trabaja.
En pleno viaje a General Roca por una reunión en conjunto con PAMI, Viviana
comentó: “En la Provincia tenemos seis residencias más. Ahora estuvimos
reunidos buscando formas de organizarnos para llegar a los lugares donde vamos
pero cuesta más y hay mayor problemática, como Mencué, los parajes, etc.”.
Un poco de su historia
A finales del año 1969 se dispuso desde el Estado la
creación de una residencia permanente para adultos mayores hombres, convocando
para ello la constitución de una comisión integrada por fuerzas vivas que
acompañaran el cumplimiento de sus objetivos.
La residencia comenzó a funcionar el 7 de enero del año 1970 en una casa
alquilada por el Estado provincial sobre el boulevard Ayacucho. En ese momento
residían allí 12 adultos mayores, atendidos por personal del área de Sociales.
Luego de 8 años se mudaron a una vivienda alquilada sobre calle Irigoyen, y en
1987, por gestiones de la Cooperadora, la residencia fue ubicada en el barrio
Parque Independencia, lugar donde residían 29 personas, hombres y mujeres
adultos mayores de forma permanente y con un servicio de Centro de Día.
La Comisión Cooperadora, siendo actualmente una asociación civil con personería
jurídica. Fue presidida en sus comienzos por René Aguirre, y actualmente por
Stella M. Breit, destacándose en las dos gestiones iniciales la colaboración de
“Tito” Hildeman, un vecino de Viedma visionario en la posibilidad de que la
Cooperadora construyera el edificio propio.
El grupo siempre ha estado atento a las necesidades de la población del hogar y
colaborado de distintas maneras según los tiempos y las necesidades, asumiendo
un rol relevante en la construcción del actual edificio hoy finalizado en un
100 por ciento, contando el grupo como único recurso económico para ello los
aportes de la comunidad mediante campañas de socios con excelente resultados, y
con donaciones, aportes o subsidios de distinta índole u origen. La mudanza a
las nuevas instalaciones se realizó en el año 2005 cuando se finalizó el 68 por
ciento de lo planificado.
La “casa propia” se edificó en la mitad de una manzana cedida al efecto por la
Municipalidad de Viedma sobre la calle José Hernández 800.
Las bases de un edificio más chico que el actual fueron realizadas con un
subsidio que entregó el Ministerio de Desarrollo Social.
La obra estuvo paralizada varios años, y fue allí que la Cooperadora tuvo un
papel más que importante, ya que comenzó a volcar el aporte de la población con
el fin de construir el actual edificio, sobre un proyecto más ambicioso, con
infraestructura para servicios, con un amplio salón luminoso de usos múltiples,
en donde hoy funciona la sala de estar y comedor, habitaciones, enfermería,
lavandería, espacio para oficinas, sala de reuniones, etc.
El 64 % de la obra la construyó de distintas manera la Cooperadora, hasta que
cedió la propiedad del edificio a la Provincia de Río Negro, para su
finalización.
El Hogar no contó con nombre oficial durante los primeros años, siendo conocido
simplemente como el “Hogar de Ancianos de Viedma”. Por impulso de empleados,
bajo la dirección de Carmen Toninni, surgió la necesidad y la iniciativa de
ponerle un nombre. Incidiendo la realidad de que muchos de los que residían o
habían residido se los identificaba como Pepe, se adoptó el nombre de
“Residencia larga Estadía la Casa del Abuelo Pepe”.
La actuación de un equipo técnico interdisciplinario que se ocupa de las
problemáticas de cada uno de los abuelos agrega especificidad al servicio,
fortalece la atención personalizada, y redunda en el mejoramiento de la
prestación diaria.
Un dato importante es que en el año 2015 se sancionó de la ley provincial 5071,
que en su artículo 17 inciso i prevé un aporte voluntario de hasta el 50% de
los haberes que por beneficio jubilatorio u otro beneficio asistencial perciban
los residentes, lo que se viene aplicando al mantenimiento y/o a cubrir las
necesidades que puedan surgir, agregando así un nuevo actor para el
sostenimiento de los establecimientos de larga estadía de adultos mayores de
Río Negro.
Estos datos fueron elaborados por Horacio Hernán Vázquez, vecino de Viedma, colaborador de la cooperadora por tres décadas, recopilando datos de los libros de acta de la organización, y memoria oral obtenida de los propios protagonistas, con el objeto de preservar la memoria colectiva e historia de la institución.
Volcar hacia la necesidad
Gracias a Stella Maris Breit, presidenta de la Cooperadora de la residencia, me acerqué el martes y conocí a gran parte de la Comisión Directiva de la Cooperadora, que cada quince días se reúne para debatir, organizar y ponerse al día por el bienestar de los adultos mayores de la residencia.
Si bien me acerqué en primera instancia para corroborar la autorización de quien recauda una cuota voluntaria de socios, encontré un grupo humano muy cálido que supo darme información muy importante de las actividades que realizan los residentes.
Stella Maris remarcó que “es importante hacer hincapié en que las puertas están abiertas a toda la comunidad, a los abuelos les hace bien que los visiten, que charlen, una lectura, un abrazo, un saludo”.
En cuanto al accionar solidario de la Cooperadora, el equipo se reúne con
directivos del establecimiento y se informan de las necesidades y urgencias que
puedan tener.
Aun estando bajo la tutela del Estado, la Cooperadora asiste voluntariamente en
casos de necesidad más urgente, ya sea edilicia o de elementos que deban ser
adquiridos a la brevedad, trabajando en conjunto Estado y Cooperadora.
A modo de ejemplo sería una cadena solidaria con la siguiente secuencia: se
rompe una caldera en pleno invierno, lo que demanda el pedido de arreglo al
Estado a través de informes, presupuestos, notas, etc. Mientras tanto, y si se
logran todos los pasos protocolares y burocráticos en tiempo récord, los adultos
mayores quedarían sin la caldera, pasarían frío.
Allí es donde interviene la Cooperadora, volcando los aportes de muchísimos
vecinos que comparten de alguna manera esta vocación de colaborar con quienes
lo necesitan. Es el mismo equipo quien ayuda a buscar presupuestos y demás para
lograr una inmediata solución a una situación que no puede esperar los pasos de
la burocracia de los papeles, y como bien lo explica Horacio Vázquez,
integrante de la comisión: ”La Cooperadora es una organización de vecinos que
tiene ganas de colaborar, que viene y se suma y que colabora en el
funcionamiento de la organización, cuya función es recaudar de la comunidad y
estar atentos para que al hogar y a los abuelos no les falte nada”.
Los miembros de este grupo humano destacan que es importante que se informe
acerca del destino de los aportes de los socios, “porque en esto no debe
existir ninguna duda, y que se trasparente esto a través de los medios de
comunicación nos parece muy bueno”.
No sólo es colaboración material, sino que desde la Cooperadora se organizan
diferentes actividades. “El año pasado organizamos un encuentro de agrupaciones
folclóricas acompañado por un chocolate, y todos los años hacemos la Cena
Solidaria para recaudar fondos, donde también participan los residentes”,
expresó Stella Maris, añadiendo: “Este año tenemos en mente convocar pintores,
artistas plásticos, para que junto a los abuelos que pueden pinten murales en
los paredones de la residencia. También tenemos la intención de hacer un logo
de la Cooperadora, relacionando a los abuelos y que se sientan identificados”,
dijo.
Los adultos mayores realizan cerámica en frío, educación física, van a
folclore, a canto. Aquellos adultos que quieren y pueden también tienen la
posibilidad de continuar sus estudios, ya que los llevan a la escuela de
adultos. Además participan en las Colonias que brinda el Gobierno provincial y
municipal, realizan viajes a El Cóndor, Pedro Luro, y a natación.
“Un sueño que tenemos desde la Cooperadora es hacerles una pileta climatizada,
porque espacio hay”, dice Stella Maris con un brillo en los ojos. “Este
edificio está hecho con las normas internacionales para Hogares de Ancianos”,
remarcó.
Entre charla y comentarios de las actividades que realizan salió un “la
parejita que terminó casándose”. Imaginen mi sorpresa, que al parecer se notó
en mi expresión: “Sí, porque acá también se celebran matrimonios y todo”, me
dijeron entre sonrisas.
Destacan el trabajo diario del personal de la residencia, “son maravillosos con
los abuelos, están muy pendientes, son cariñosos, no hay maltrato”. “Yo vengo
casi todos los días acá, y me tienen como una abuela más”, cuenta entre risas
Stella Maris, “siempre actúan de la misma manera, con aquel abuelito que esté
decaído se acercan, juegan a las cartas, le hacen mimos, chistes”.
“Acompañar… estar”
Y como cuando uno escucha, aun con atención, la mente no se detiene, proyecté todo aquello que me comentaban e imaginaba las escenas. De allí mi consulta: ¿Se puede venir a visitar a alguien aunque no lo conozcamos anteriormente? ¿Qué se puede hacer para integrarnos como comunidad?
“Acompañarlos, estar. Hace unos días estuve y había dos señoras que se sentaban
a la mesa a leer cuentos”, dice Horacio. También hay quienes llevan para
compartir una torta y conversar, hay un señor que los visita y toca la
guitarra.
“Una cosa que se puede hacer es pintarle las uñas a las abuelas, que les
encanta y son coquetas”, dice Stella. “Están siempre motivados y abierto a
recibir visitas”, remarca.
Desde la Cooperadora, y quien escribe estas líneas, convocamos a acercarse,
conocerlos y, respetando su intimidad ante todo, compartir un momento, una
visita, que muchos en particular quizás no tengan.
Como dicen desde la Cooperadora, “gracias a la comunidad”.