Atienden mientras los otros celebran: el trabajo en Navidad
La noche del 24, cuando la mayoría brinda y se abraza en familia, hay cientos de personas que cumplen su tarea diaria
BARILOCHE.
Para que algunos puedan celebrar una Nochebuena a la que no le falte nada en materia de rituales, sorpresas y emociones, hay otros que deben estar sí o sí en su puesto de trabajo.
Calzarse el uniforme, marcar tarjeta y disponerse para un turno laboral en las horas previas a la cena del 24 no es algo fácil de asimilar. Más aun cuando todo alrededor son preparativos para el festejo. Algunos lo toman como un destino ingrato, otros como una obligación inevitable, parte intrínseca del oficio elegido.
Trabajar en las fiestas es algo que nadie asume con indiferencia y por eso el reparto de turnos y francos suele acordarse con semanas de antelación.
La composición del grupo familiar es un factor a considerar. Por ejemplo, en el hospital zonal quienes tienen hijos chicos son “privilegiados” con la eximición de trabajar el 24 porque es la noche de los regalos y de la llegada de Papá Noel. Rotación mediante, deben cubrir el 31.
Entre los rubros que tienen actividad intensa a la hora exacta del festejo y los abrazos está el gastronómico. Aunque la mayoría de los restoranes prefieren cerrar, otros preparan cenas especiales (ver aparte).
Romina Silva es moza en el restorán La Marca (Urquiza 230) y lleva 4 años en el oficio. Asegura que ya trabajó otras veces para Nochebuena y que le resultó “extraño” no estar con su familia, pero que “a la larga una se acostumbra”.
Dice que a las doce en punto “se suele brindar” con el personal y los clientes, que en ese lugar son extranjeros, en alto porcentaje.
“Lo que yo veo es que en las fiestas la gente es más amable, sensible, no está tan acelerada. Y también dejan mejores propinas”, dice Romina.
Exigencias parecidas son las que enfrenta Diego Osés, quien es chofer de ambulancias en el hospital y varias veces le han tocado guardias en Nochebuena, cuando el trabajo se multiplica.
“Somos varios, por lo general hay 3 ó 4 médicos, 3 enfermeros, paramédicos y un par de choferes. Si está tranquilo hacemos una cena especial y la pasamos bien. Pero es común también que haya emergencias justo antes de las doce y el brindis queda para otro momento –cuenta Diego–. Nos pasó un año que hicimos un cordero al asador y ya estaba listo cuando a eso de las 23 tuvimos una salida a Nahuel Hue. Chau, se enfrió todo”. Desde hace un par de años en el hospital pagan doble el turno de las fiestas y eso influye porque “es buena plata”, pero aun así se hace cuesta arriba porque “la familia tira”.
Horarios críticos
Son varias las actividades que funcionan sin interrupción durante todo el año y que exigen coordinar rotaciones entre los empleados para garantizar cobertura 24/365. Serenos, operadores de ayuda telefónica, choferes, empleados de discotecas, policías, servicios de incendios, cocineros, controladores de videocámara, son sólo algunos de los que deben alternarse para cubrir incluso los horarios críticos.
Algunos acuerdan, otros se ofrecen en forma voluntaria trabajar en Nochebuena y en algunas empresas y organismos la decisión la toman los jefes y no hay margen de negociación.
Nahuel Prichodko y Martín Poulsen son recepcionistas en el hotel Edelweiss, que debe estar siempre abierto, porque entran huéspedes a cualquier hora.
Nahuel admite que el 24 a la medianoche la sensación suele ser diferente y que por lo general brindan y se saludan con los compañeros de trabajo. Dijo que “algunos eligen estos turnos por la paga extra” y en su caso no padece demasiado la falta de compañía familiar.
Clientes en espera
Hay otros que trabajan para que la rueda no pare. La red de farmacias, por ejemplo, debe respetar los turnos contra viento y marea. Este 24 le toca entre otras a Elustondo (Mitre 383) y allí estará, como en los últimos años, Lidia Carrasco, quien entendió de chiquita cómo es eso de trabajar en las fiestas porque su padre fue gastronómico y cargó con esa obligación.
“No es algo tan terrible, llegan las doce y es común que a esa hora tenga clientes que esperan atención. Siempre hay gente que necesita una farmacia –relata Lidia–. En lo personal a mí no me influye mucho, nos juntamos con la familia al día siguiente”.
Otro trabajo imprescindible es el de las guardias nocturnas en Protección Civil del municipio. Jorge Aguilera se desempeña allí como radio operador y despachante. Tiene 22 años de servicio y varias fiestas cumplidas en su puesto de trabajo. Este año le toca el 31. Reconoce que “es difícil de sobrellevar lejos de la familia y a la medianoche lo que hacen simplemente es brindar con una bebida sin alcohol. También es tradición iniciar una “ronda de comunicaciones” para saludar en la distancia a otros colegas que también están alerta, como los operadores del Splif, bomberos, policía y el parque nacional.
“Los que tienen hijos chiquitos lo sufren más, los veteranos nos fuimos acostumbrando –afirma Jorge–. La profesión que elegimos es así y lo tenemos claro”.
En las fiestas no todos garantizan atención continuada. También hay algunos rubros comerciales que, por sentido común, deberían estar abiertos en Nochebuena pero optan por cerrar.
Ocurre por ejemplo con las estaciones de servicio. En la YPF de Moreno y Morales explicaron que “hace cinco años todas las expendedoras de Bariloche deciden cerrar en las fiestas. La política es atender hasta las 22 y reabrir a las 6. Es para que el personal pueda quedarse con sus familias”.
También la mayoría de las remiseras realizan los últimos viajes antes de la medianoche y suspenden hasta la mañana siguiente.
Mauricio Almonacid de la agencia Autojet explicó que “trabajar a la noche es cada vez más difícil y en las fiestas ni hablar. No se puede. Demasiada gente alcoholizada. Te vomitan el auto, te quieren pegar. Las mujeres también se ponen violentas, insultan, nos escupen. Es un desastre”.