Tony Brochado cuenta su vida de 40 años de buzo profesional
Acaba de publicar su libro "Vida de Buzo", donde cuenta anécdotas de sus vivencias en el agua.
San
Antonio Oeste. “Tony” Brochado escribió un libro que
resume las experiencias que guarda imborrables en sus cuatro décadas como buzo
profesional, y cuenta el cúmulo de sensaciones que le despierta desde chiquito
estar bajo el agua, o en el agua misma, y comparte algunas reflexiones sobre su
enigma de vida.
Con pluma impregnada de literatura –lo que revela su fervor por la lectura- Brochado revive en “Vida de Buzo” las misiones riesgosas que le tocó encarar, resalta la historia que tienen para contar los hallazgos submarinos, la fraternidad que une a los hombres de mar, su rol en la investigación científica y evoca un puñado de acontecimientos de navegación que ocurrieron en la zona y que mucha gente debe recordar.
Son breves historias contadas con imágenes que transmiten emoción, tensión, frío, la sensación de pies humedecidos, la incertidumbre y la placidez del final en buen puerto.
Salvo en las épocas de infancia en su Salto natal, (la localidad uruguaya donde también nació el famoso jockey Irineo Leguisamo), y sus primeros trabajos sumergido en la represa de Salto Grande, los demás relatos sucedieron acá, y en muchos de ellos aparecen protagonistas que podemos encontrarnos cualquier día cruzando la plaza. Hay varias fotos que refuerzan la narración.
En la costa del rio Uruguay, donde se crió, empieza todo. Aquí desanda los misterios que había bajo el agua chocolate, los barcos hundidos, y las primeras botellas que encontró en esos naufragios, que forman parte de su colección.
Por su puesto que el reconocido buzo le dedica varios párrafos a la búsqueda de los famosos submarinos alemanes qué, según distintas versiones, habrían hundido en bahía Creeck al finalizar la segunda guerra mundial.
Tony recuerda los varios intentos por encontrarlos, en los que tuvo activa participación, y que le dieron trascendencia internacional, además de algún que otro dolor de cabeza.
El lector también se inquietará con los capítulos en la que la profesión lo lleva poner en peligro su vida.
Como cuando quedaron a la deriva en un gomón durante varias horas, con tormenta y mar bravío en una salida en busca de muestras para una investigación científica, y un compañero resultó aterido por el frío y el agua que los empapó.
O la vez que se incendió el barco “Junela” en el Puerto del Este en 1999. O el reflotamiento de la lancha artesanal “Papucho”, y aquella hazaña de haber recuperado una pieza clave del interior de los tubos con que se instalaban los pilotes que soportan el muelle en Puerto SAE.
Hay más, y puede venir mucho más en próximas ediciones, porque anécdota tiene por montones que merecen ser contadas.
El libro aún no lo presentó formalmente. Está previsto que lo haga en julio en la biblioteca Cincuentenario.
De todos modos, la obra ha logrado no poca trascendencia, por el boca a boca de los amigos afortunados que recibieron un ejemplar de obsequio.
Se puede adquirir en el kiosco Trapito.
Bunker fascinante
En uno de los primeros capítulos de “Vida de Buzo”, Brochado hace una descripción desde el sillón de su escritorio, un bunker fascinante que desborda de libros, discos, su colección de hallazgos submarinos y otras curiosidades.
Un rincón regala la sensación de estar en la cabina de un barco. Hasta parece sentirse la brisa y el olor a sal. Un ambiente ideal para soñar cuando se está en tierra.
Allí, en su lugar, nacen sus creaciones. Las que venía adelantando en su blog www.vidadebuzo.blogspot.com, donde fue entibiando la muñeca para el gran desafío literario.
Quien estuvo allí sabe del buen anfitrión, el aroma del café y el trago enérgico que anima la charla.