Desde bien temprano, con la confirmación de que el partido se disputaría a las 16, la expectativa por el partido comenzó a concretarse. Un día después de lo previsto, Boca y River se vieron las caras en la ida de la final de la Libertadores.

Propios y extraños estuvieron pendientes del encuentro. Los hinchas de uno y otro hicieron sus planes. En Capital Federal, los de River repitieron el banderazo del sábado y apoyaron al equipo en forma masiva a la salida del Monumental.

Algunos se quedaron a ver el partido en esa zona y recibieron al plantel al regreso de la Bombonera. Los hinchas del Millo confían en sus muchachos.

Por su parte, los de Boca armaron una fiesta en la Bombonera, donde fue todo azul y oro. Desde muy temprano, el ‘‘jugador número 12’’ pobló las tribunas del mítico estadio que lució repleto.

La incertidumbre del comienzo, donde el xeneize fue superado, tuvo su estallido con los goles de Ábila y Benedetto.

Lo mismo ocurrió en la región, donde algunos eligieron el hogar propio o de algún amigo, mientras que otros optaron por la clásica de los bares.

Tanto en Río Negro como en Neuquén ,las camisetas de los clubes más grandes del país vistieron la escenografía y convivieron en la tarde de ayer.

El trámite de ida y vuelta generó varias exclamaciones además de los gritos de los goles. En ese sentido, la última jugada del encuentro donde Benedetto estuvo a punto de anotar fue la acción más significativa.

Los hinchas de River sufrieron hasta último momento y festejaron con la enorme reacción de Armani. Por su parte, los de Boca se agarraron la cabeza y más de uno miró mal al que gritó el gol antes de tiempo.

Tanto en el lugar de los hechos como en nuestra región, el partido de ida se desarrolló con normalidad y no hubo inconvenientes. Todo el mundo está pendiente de esta final y esperará con ansiedad la vuelta a jugarse dentro de dos semanas.